El tracoma forma parte del grupo de las enfermedades  «olvidadas». Afectan a entre mil y mil quinientos  millones de las personas más pobres del planeta. La propia Organización Mundial de la Salud sólo en agosto del año último presentó  por primera vez un informe dedicado a males como la  esquistosomiasis (que produce daños pulmonares y cardíacos, entre otros), la filariasis linfática (que conduce a la elefantiasis), la oncocercosis o ceguera de los ríos, y la anquilostomiasis o  anemia tropical, entre otros. Según este documento, se calcula que una de cada seis personas en el mundo padece estas parasitosis, que, aunque raramente producen la muerte, lesionan gravemente la calidad de vida de sus víctimas. Sin embargo, menos del 1% de las aproximadamente 1400 drogas registradas entre 1975 y 1999 les están destinadas.

Sin tratamiento, esta infección oftalmológica, que se manifiesta inicialmente como una conjuntivitis, produce una grave irritación en los párpados, ulceraciones oculares y cicatrices que pueden conducir a la ceguera. «Volvés a la noche y los chicos están llenos de moscas. Volvés al otro día y están llenos de mocos. Las madres van pasando el paño que usan de bebe a bebe…»

El tracoma es una enfermedad oftalmológica crónica provocada por la bacteria Chlamydia trachomatis. Entre sus síntomas destacan los ojos rojos, las secreciones, la fotofobia, el lagrimeo excesivo y, en última instancia, la ceguera irreversible.

Según la Organización Mundial de la Salud www.who.int/es/ (OMS), en la actualidad hay unos seis millones de personas invidentes como
resultado de esta enfermedad, lo que la convierte en una de las tres causas principales de la ceguera.

El tracoma es endémico fundamentalmente en determinadas áreas rurales de África, en América Central y del Sur, y en algunos países asiáticos. Para controlar la enfermedad, la OMS formó, en 1997, la Alianza para la Eliminación Global del tracoma para el 2020 Sitio web : (Global Alliance to Eliminate Trachoma by 2020, más conocido como GET 2020), en colaboración con representantes del gobierno, de la investigación y de los sectores sin y con ánimo de lucro.

Aunque la enfermedad es más común en los niños, si se prolonga durante varias décadas de infección, la inflamación continua puede
forzar al párpado a invertirse. Esto fuerza a las pestañas a erosionar la córnea y producir cicatrices.

Las bacterias se propagan por contacto entre mano y ojo, y por moscas que se alimentan de estiércol y desperdicios humanos en poblados pobres. En África, las condiciones poco higiénicas hacen que las bacterias abunden. Hasta el 25 por ciento de las personas de mayor edad infectadas con el microbio puede que lleguen a perder la vista para siempre.

El tratamiento con antibióticos una parte de una estrategia de salud estándar de la OMS contra el tracoma. Las otras tres partes son cirugía para prevenir la inversión del párpado, educación en hábitos higiénicos, y mejoras ambientales, como provisión de agua limpia.

Sin embargo, gracias a la tarea de Goldschmidt y de un equipo internacional, hoy es posible reducir drásticamente su prevalencia con un tratamiento tópico de seis gotitas oftálmicas de azitromicina al 1,5% aplicadas en tres días.

A pesar de que desapareció en muchas regiones (en el siglo XIX, ciudades como París, Londres o Moscú eran las capitales de esta enfermedad), el tracoma todavía es endémico en Africa, Medio Oriente, América latina, Asia y Australia.