
Alergólogos pediátricos del Hospital Miguel Servet, de Zaragoza, presentan los resultados de un estudio con 251 menores de 1 año. El resto de centros españoles inician el tratamiento a partir de los 2 años.
La alergia a proteínas de la leche de vaca suele aparecer cuando se administra el primer biberón tras un periodo de lactancia materna exclusiva. Es entonces cuando el equipo de Javier Boné, de la Sección de Alergología pediátrica del Hospital Universitario Miguel Servet, de Zaragoza, inicia el tratamiento de inducción a la tolerancia, que consiste en reeducar el sistema inmune administrando el alimento en una cantidad mínima e ir aumentándola semanalmente hasta alcanzar la dosis adecuada.
Boné acaba de presentar un estudio con los resultados de esta estrategia en 251 menores de un año en el Congreso de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (Seicap), que se ha celebrado en Zaragoza entre el 18 y el 20 de mayo.
La inmunoterapia oral con alimentos se aplica en pocos centros españoles y el de Boné es prácticamente el único que la suministra antes de los dos años. Una de las razones para posponerla es que buena parte de las alergias a proteínas de la leche de vaca acaban desapareciendo. Sin embargo, el especialista aclara que no es posible saber «quién va a ir bien y quién mal; mientras tanto, puede haber una repercusión nutricional y económica y la calidad de vida del menor y de su familia puede empeorar».
98% de eficacia
Otra buena razón que aduce es la alta tasa éxito asociada al inicio de la terapia antes de un año, que resulta eficaz en un 98 por ciento de los casos. «En una media de 15 semanas están tomando leche», resume Boné. El tratamiento se administra en el hospital porque se trata de «algo nuevo», advierte. Los efectos adversos son controlables. «Lo más frecuente es el enrojecimiento peribucal y algún vómito, pero solo entre el 1 y el 2 por ciento necesitan la administración de un antihistamínico».
Procedimiento
La edad de los niños sometidos a esta inmunoterapia oscila entre menos de un mes y casi un año, con una media de 5,4 meses. La primera dosis que se administra es de 0,5 mililitros de leche de fórmula, que se mezcla con fórmula hidrolizada con lactosa, o bien con puré de verduras o fruta. «Así se tolera mejor, no produce prurito en la boca y el bebé no lo rechaza».
Al cabo de una semana se sube la cantidad a 1 mililitro, la siguiente a 2, después a 4, 7, 11, 15… Hasta llegar a 150-200, según cada niño. Y siempre se procede de la misma forma: la primera dosis de la semana se da en el hospital para observar los posibles efectos adversos y los padres siguen esa pauta en casa hasta la siguiente visita. Boné expone que los test cutáneos siguen siendo indicativos de alergia, pero el niño toma leche sin problema. «Lo más importante es que desterramos el riesgo de anafilaxia».
El especialista recalca que la inmunoterapia solo se realiza cuando se trata de alergia mediada por inmunoglobulina E (IgE), que es la que suele tener una peor evolución. También puntualiza que ya no realizan pruebas de provocación oral. Las efectuaron en el 24,3 por ciento inicial de la muestra buscando una dosis umbral.
Escasa implantación
Para Boné, uno de los motivos fundamentales para que esta desensibilización precoz no se implante en otros hospitales españoles es el miedo a que surjan problemas. «En el momento en que los especialistas ven que no hay reacciones adversas graves, se muestran más favorables». De hecho, otros hospitales de Aragón ya están empezando a implantar esta estrategia.
Pero también puede haber otros motivos. Marta Reche, alergóloga del Hospital Infanta Sofía, de Madrid, realizó un estudio en menores de un año con resultados muy satisfactorios. Sin embargo, su servicio decidió no continuar con esta terapia en niños tan pequeños porque «es algo muy costoso, requiere múltiples visitas al hospital y en los muy alérgicos puede transcurrir casi un año hasta que alcanzas la dosis objetivo». Reche considera que hay que priorizar recursos porque «hay más alergias que tratar. Nosotros hacemos inmunoterapia para huevo y leche a partir de 4 años. En los más pequeños resulta más sencillo controlar lo que comen y evitar la leche de vaca».
Fuente: correofarmaceutico.com