La prevalencia de esta enfermedad se ha multiplicado por cinco en menos de cincuenta años, lo que provoca que algunos lleguen a considerarla una auténtica epidemia. Este progresivo incremento es consecuencia de diversos factores: el envejecimiento global de la población, la mayor esperanza de vida del diabético, la mayor fecundidad de las diabéticas, el aumento de la obesidad, el incremento del consumo de azúcares refinados…, así como otros factores que también pueden servir de desencadenantes, como el sedentarismo, las dietas ricas en grasas saturadas y proteínas, consumir poca fibra, tener una alimentación deficitaria en hidratos de carbono complejos y vitamina E, el estrés crónico o incluso el tabaquismo (que puede tener una influencia notable en la aparición de insulinorresistencia).

La posibilidad de que la diabetes tuviera un origen genético ya se planteó en el siglo XVI y, anteriormente, entre médicos hindúes. Aunque es evidente la existencia de cierta relación familiar, ésta varía en función de diversos condicionantes y del tipo de diabetes ante el que nos encontremos.

Para que se desarrolle la diabetes mellitus Tipo 1 (DM1) parece necesario heredar un conjunto de genes suficientes que sean vulnerables al trastorno. En esta enfermedad la patología estará, pues, determinada por factores no genéticos como la situación ambiental, por los virus que se contraigan y, quizás también, por ciertas sustancias tóxicas. Todo ello actuaría como desencadenante de la enfermedad, pero las influencias genéticas hacen pensar que se puede tratar de una patología autoinmune. Así, entre gemelos monocigóticos la concordancia es del 50 por ciento; entre personas con un progenitor y un hermano enfermo, las posibilidades de padecer la enfermedad son del 25 por ciento; si se tiene un hermano enfermo, las posibilidades se reducen al 5-7 por ciento, y si se trata de un progenitor, al 3-6 por ciento (el porcentaje es ligeramente mayor si se trata del padre).

La diabetes mellitus Tipo 2 (DM2) es un trastorno heterogéneo de etilogía compleja, pero en el que el componente genético es mucho más claro. Pese a que aún no se han identificado los genes principales que predisponen a este trastorno, sí puede afirmarse que, en gemelos monocigóticos la concordancia es de casi el cien por cien de los casos, de manera que todos los hermanos gemelos de enfermos con diabetes tipo 2, o ya lo son o lo serán en los cinco años siguientes. Esta relación se mantiene independientemente de las diferencias de peso entre los hermanos, lo que puede ser indicativo de que la obesidad es menos significativa que el componente genético. (ver cuadro sobre Patrón hereditario).