“Los pacientes con TDAH que no reciben un tratamiento adecuado necesitan sensaciones para sentirse bien y tienen un potencial de adicción muy alto” | |
Redacción / Imagen: Pablo Eguizábal. Madrid
¿Cuál es el papel del psiquiatra en el abordaje del TDAH en su hospital? El trastorno por déficit de atención e hiperactividad puede ser abordado por diferentes profesionales, fundamentalmente los neuropediatras y los psiquiatras; también el pediatra general, que interviene en la detección precoz y en el inicio del tratamiento, y los psicólogos clínicos, que desempeñan un papel importante. Lo importante en el TDAH, como en la mayor parte de las enfermedades, es el tratamiento multidisciplinar. El psiquiatra tiene una labor fundamental en el diagnóstico: participamos en el despistaje orgánico, si bien en este campo los neuropediatras tienen mayor formación en toda la parte de diagnóstico diferencial con otros cuadros orgánicos, y, por supuesto, intervenimos en el tratamiento. Los psiquiatras podemos tener una visión muy global de todo el manejo del trastorno, en el que debemos prestar una atención especial a todas las patologías que aparecen de forma comórbida, como la ansiedad, la depresión o los trastornos de la conducta que pueden aparecer tanto en la adolescencia como en la edad adulta. En la edad adulta, cuando el neuropediatra ya no tendría tanta implicación, intervienen los neurólogos de adultos y, fundamentalmente, los psiquiatras y los psicólogos clínicos.
¿Cómo es este proceso en la consulta privada? En la sanidad privada muchos pacientes llegan con la sospecha diagnóstica, porque los familiares tienen algún conocimiento sobre el trastorno. Normalmente hacemos un diagnóstico ideal, pero los familiares ya tienen la sospecha, y normalmente están bien encaminados, aunque no siempre.
¿Cómo es el lenguaje que emplea para dirigirse a los niños y a los adolescentes? Cuando tratamos a un niño nos basamos más en la observación, siempre teniendo en cuenta que a él le va a imponer hablar con un médico. El momento clave es cuando hablamos con la familia y el niño está relajado. Ahí observamos su actitud. En el caso del adolescente, tenemos bastante información del propio joven, pero nos basamos también en los datos que nos proporcionan los padres, a los que también les preguntamos cómo era de niño. Por su parte, los adultos suelen venir solos en la mayoría de las ocasiones, y algunas veces están acompañados por su pareja. En este caso, normalmente no podemos acceder a la información que nos dan los padres y, por tanto, nos basamos en los datos que nos facilita el propio paciente.
Una vez diagnosticado el trastorno, ¿cuál es su abordaje? En primer lugar están los aspectos psicoeducativos, es decir, transmitir información terapéutica al paciente. Es muy importante que éste comprenda lo que le ocurre, y que sepa que a partir de ese momento, apoyado en el tratamiento farmacológico y en el tratamiento psicoterapéutico, va a encontrar un apoyo y una herramienta para eliminar las dificultades que tenía hasta ahora. ¿El tratamiento farmacológico varía al llegar el paciente a la edad adulta? Actualmente, el tratamiento farmacológico es el mismo. En Europa nos movemos todavía fuera de indicación, porque la medicación para el TDAH solo está aprobada en niños; no es así en Estados Unidos. Disponemos de una gran cantidad de documentación científica que avala, dentro de la buena praxis médica, la utilización de los tratamientos específicos para este trastorno en el adulto. Tenemos que estar muy pendientes del ajuste de dosis, ya que pueden cambiar las necesidades de un niño de 14 años a un adulto de 18.
¿Cómo afecta el trastorno en el día a día del afectado? En los casos leves y cuando la exigencia externa es media, el paciente puede notar el trastorno solo en determinados momentos. El problema es cuando el nivel de estimulación externa no es suficiente. Otros pacientes tienen una disfunción continua, bien porque tienen un nivel de exigencia muy alto o bien porque su déficit es muy elevado. Es decir, hay pacientes que solo notan las dificultades en determinados momentos, y otros que las notan de forma continua, desde que se levantan hasta que se acuestan. Los pacientes con TDAH que no reciben un tratamiento adecuado en la infancia y en la adolescencia tienen un riesgo muy elevado de desarrollar conductas impulsivas en la adolescencia y en la edad adulta, todo tipo de trastornos relacionados con la impulsividad, y uno muy significativo es el abuso de sustancias. Tienen una gran necesidad de estímulos, de búsqueda de riesgos y de novedades, porque son personas que no se sienten bien con estímulos leves o neutros, necesitan un nivel alto de estímulo para compensar esa hipofunción dopaminérgica que tienen de forma basal. Es decir, necesitan sensaciones para sentirse bien y no aburrirse. Tienen un potencial de adicción muy alto, no solo a sustancias, sino también al juego, etc.¿Cuáles son las consecuencias para un paciente que no es tratado o no sigue un tratamiento adecuado? A lo largo de la edad adulta la hiperactividad va disminuyendo. Los niños hiperactivos tienden a ser más rechazados, mientras que los inatentos tienden a ser más ignorados. Al final los dos grupos tienen el mismo problema, y es que tienen dificultades en las relaciones sociales. En la adolescencia, esta situación a veces mejora, porque calman la hiperactividad y la impulsividad, y pueden mejorar un poco las relaciones sociales. Otros chavales con déficit de atención tienen también un punto de espontaneidad, de creatividad, de cierta explosividad, que en la adolescencia les hace socializarse mejor. En la edad adulta vemos más los problemas de convivencia directa, en el trabajo y con la pareja. Suelen mantener buen nivel de relaciones sociales, pero tienen problemas con quienes tienen que responder, como son los compañeros o los superiores, y con los que tienen que convivir, que normalmente es la pareja. ¿Qué tipo de escalas utilizan en el Servicio de Psiquiatría? Al principio las escalas que utilizamos son muy útiles para evaluar, para hacer un screening completo. También nos permiten agilizar tiempo, ya que nos permiten centrarnos en los puntos de la escala que consideramos necesarios. Otra muy buena utilidad es usar la escala para enseñar al paciente una especie de radiografía de lo que le ocurre. |