La administración mensual de este biológico experimental muestra eficacia en un ensayo clínico en fase II/III. Expertos se muestran prudentes ante los riesgos articulares asociados a esta familia de inhibidores del factor de crecimiento nervioso.

Un único pinchazo subcutáneo mensual podría ser suficiente para aliviar el dolor asociado a la artrosis y convertirse en una alternativa al arsenal de analgésicos orales actualmente disponible. Es la posibilidad que plantea la investigación con el anticuerpo monoclonal fasinumab, de Regeneron, la compañía con sede en Tarrytown (Nueva York), que publicaba la semana pasada datos alentadores de eficacia. Más dudas plantearía su perfil de efectos adversos.

Los resultados proceden de un ensayo de fase II/III en 421 adultos con artrosis de rodilla o cadera, intolerantes o que presentaban una respuesta inadecuada al paracetamol, los AINE y los opioides. Se evaluaron cuatro dosis de fasinumab frente a placebo que mostraron mejorías en el alivio del dolor, así como en la funcionalidad física de los participantes.

Aunque las diferencias a favor del fármaco sean estadísticamente significativas, “los resultados no son demasiado llamativos”, critica Manuel Rodríguez López, jefe de la Unidad de Dolor del Hospital Carlos Haya de Málaga. En el trabajo, los participantes presentaban una intensidad de dolor del 6,33 en una escala de 0 a 10 (en la que 0 expresaría su ausencia y 10, su máxima intensidad). Así, el medicamento conseguía reducir en torno a un 3,3 la puntuación basal, algo más de un punto que el placebo.

FALTAN DATOS EN OTROS DOLORES
Sin embargo, los reumatólogos Juan José Gómez-Reino y Luis Arboleya coinciden en que la incertidumbre sobre su futuro no la plantea su eficacia, sino su seguridad. Arboleya, especialista del Hospital Central de Asturias, apunta que los datos hasta la fecha con esta familia sugieren que sería útil frente a los síntomas dolorosos de la artrosis que afecta a cadera y rodilla, pero no así frente al dolor lumbar ni la ciática, además de que se carecería de información respecto a su papel frente a otro tipo de dolores musculoesqueléticos, viscerales o neuropáticos.

La vinculación de tanezumab, de Pfizer y Lilly, y “primero de la serie” de esta misma familia de anticuerpos del factor de crecimiento nervioso (NGF) con un “incremento de efectos adversos articulares devastadores”, como serían facturas subcondrales, osteonecrosis y artrosis rápidamente evolutiva, condujo a que la FDA ordenara la paralización del desarrollo clínico de estos biológicos, explica Arboleya. Aunque el que se haya reabierto la investigación sería una “buena noticia”, entiende que “la vigilancia de estos efectos articulares debe ser máxima a medio y largo plazo” . Así, un seguimiento de cuatro meses no sería por tanto suficiente para descartar esta potencial toxicidad grave de la terapia.

Por otra parte, Gómez-Reino, investigador de la Fundación Ramón Domínguez en el Hospital Clínico de Santiago de Compostela, recuerda que esta familia se ha vinculado con otras toxicidades que serían consecuencia de la alteración de los nervios periféricos. En este estudio, aunque la incidencia global de efectos adversos fue similar en todos los grupos, la de musculoesquéleticos como artralgia, parestesias, hipoestesia, y edema periférico, afectó en mayor medida a los que recibieron el biológico (17 por ciento frente al 6 del placebo). Este hecho, según reconoce la compañía, sería “de esperar” con estos anticuerpos.

Pero debido a la vinculación de los anti-NGF con riesgos articulares y sobre el sistema nervioso, Gómez-Reino apunta que se habría optado por excluir de su desarrollo clínico a los pacientes más vulnerables, como los que presentarían un mayor riesgo de enfermedad articular o afectación del sistema nervioso periférico, como la neuropatía diabética. “Los estudios no reflejan a la población general con artrosis, sino a una selección, de lo que se deduce que podrían ser una opción, pero no para todos los pacientes con artrosis”, interpreta.

Otra cuestión, advierte Arboleya, es que el dolor en artrosis podría tener una función protectora de la articulación al evitar la sobrecarga, y que “podría perderse con una analgesia muy potente, como la que producen estos fármacos”.

LA NECESARIA PRUDENCIA
Ante el carácter preliminar de los últimos resultados, la sensación que transmiten los expertos es de prudencia. “No conviene crear falsas expectativas”, opina Francisca González Rubio, del Grupo de Utilización de Fármacos de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc). Aun en el caso de que se llegue a aprobar, “no se podrá prescribir a todos los pacientes con dolores provocados por artrosis, ni será para todo tipo de osteoartritis”.

Se indicaría en pacientes que ahora reciben opioides, opina Gómez-Reino. Frente a este dolor, alerta Rodríguez López, estos analgésicos “son muy eficaces”, pero lamenta que en los últimos tiempos exista tanta controversia sobre su seguridad, ”debido a los abusos que se han cometido en Estados Unidos y no en Europa, donde en todos los países, excepto Italia, hay receta de estupefacientes”.

“Todos los tratamientos disponibles para la osteoartritis se encaminan al dolor, y esto ha sido y sigue siendo un error”, observa González Rubio, que sostiene que sólo cuando se aborde “todas las caras del poliedro” que sería la enfermedad, se obtendrá una terapia “eficaz y duradera”.