Tras un período de incubación de unos 5 a 12 d, aparece hiperemia conjuntival, secreción acuosa, irritación ocular y secreción que pega los párpados durante la noche. Los síntomas son a menudo bilaterales, aunque suelen comenzar en un ojo. Muchos pacientes refieren contacto con sujetos con conjuntivitis o infecciones respiratorias altas recientes.

Hay hiperemia de la conjuntiva bulbar y tarsal. Aparecen folículos en la conjuntiva palpebral. Con frecuencia hay adenopatía preauricular dolorosa.

En la conjuntivitis viral intensa, los pacientes pueden aquejar fotofobia y sensación de cuerpo extraño, pueden detectarse seudomembranas de fibrina y células inflamatorias en la conjuntiva y/o inflamación corneal focal. Tras la resolución de la conjuntivitis, pueden quedar cicatrices corneales hasta dos años después o más. Esta cicatrización corneal puede originar en ocasiones descenso de la visión y deslumbramientos.

La infección bacteriana secundaria es muy rara; si aparece algún rasgo típico de conjuntivitis bacteriana, por ejemplo, secreción purulenta, debe hacerse un cultivo.

Es muy contagiosa, propagándose por gotitas e inoculación mano-ojo. Para evitar transmitir la infección, el médico debe lavarse las manos y esterilizar los instrumentos después de examinar al paciente y debe instruirle para que se lave las manos tras tocarse el ojo o las secreciones nasales y para que no toque el ojo sano tras tocarse el infectado y para que no comparta toallas o almohadas.

Tiene una duración de 1 semana en los casos leves y hasta 3 semanas en los casos más intensos. Si la conjuntivitis es vírica, no se precisa ni se dispone de tratamiento. Si hay sospecha de conjuntivitis bacteriana, debe tratarse con antibióticos tópicos, por ejemplo, colirio de sulfacetamida sódica al 10% o trimetoprim/polimixina B aplicándose 4 veces al día ydurante 7-10 días. La conjuntivitis grave asociada a seudomembranas, inflamación corneal con disminución de visión o cicatrización debe tratarse con corticoides tópicos. No obstante, éstos pueden exacerbar las infecciones oculares por herpes simple y producir ulceración y perforación corneal. El uso prolongado de corticoides puede provocar glaucoma y posiblemente cataratas. Por todo ello, su empleo debe ser iniciado y controlado por un oftalmólogo.